Salmo 103 – Himno al Dios creador

 
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Salmo 103
 
 
Himno al Dios creador
  

El hombre es un ser esencialmente necesitado
por ser esencialmente solitario.
Al sentirse encerrado
entre sus cuatro paredes interiores
el hombre se experimenta solitario.
Su mal es, pues, la soledad,
el destierro, el frío, la oscuridad.
Necesita ternura, benevolencia, proximidad.

                                
Salmo 103

Desde el primer versículo
entra el salmista en el escenario
conmovido por la benevolencia divina
y levantando en alto
el estandarte de la gratitud;
como saliendo del fondo de sí mismo,
dirigiéndose a sí mismo la palabra,
expresándose en singular,
que gramaticalmente
denota gran intimidad,
comenzando por la expresión "alma mía"

y acabando con "todo mi ser",
dice pues:
"Bendice, alma mía,
al Señor y todo mi ser
a su santo Nombre".
 En el versículo segundo
continúa en el mismo tono personal,
dialogando consigo mismo,
conminándose con un
"no olvides sus beneficios".
 E inmediatamente, versículos 3 al 5,
y siempre dirigiéndose la palabra a sí mismo,
despliega una visión panorámica
de inmensa ternura:
"El Señor perdona las culpas,
sana las enfermedades,
nos rescata de las garras de la muerte".
No sólo eso sino que el salmista,
dejándose arrastrar por la corriente
de la inspiración,
nos entrega este precioso ramillete:
"Te colma de gracia y ternura,
sacia de bienes tus anhelos
y como un águila
se renueva tu juventud".
No se podría decir mejor. No importa que te digan
que eres polvo y humo
y que incluso tú mismo así te experimentes.
La gracia y la ternura
revestirán tus huesos carcomidos
de esplendores de primavera.
¿Por qué temer?
Una juventud eternamente renovada,
como la del águila, te visitará cada mañana
y tus anhelos,
aún los más secretos y profundos,
serán colmados de dicha. 
Todo será obra del amor.
¿Miedo a qué?
  En el versículo 6
el salmista hace una transición.
De la experiencia personal pasa a la contemplación
de las gestas de salvación realizadas por el Señor
a favor del pueblo. 
 Fue una historia prodigiosa.
El Señor extendió sus alas sobre Israel,
lo defendió contra  los poderosos,
a los que en lugar de lluvia les envió granizo,
nubes de insectos asolaron sus viñas
y el terror cubrió la tierra entera,
y los poderosos no tuvieron más  remedio
que dejar en libertad a Israel,
que fue amorosamente conducido
hasta la  patria prometida.
Todas las experiencias
vividas por Israel a lo largo de los siglos,
y por el salmista a lo  largo de sus años,
están expresadas en el versículo 8,
que parece el  artículo  fundamental
de la fe bíblica:
"El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y  rico en clemencia".
 
Los versículos 8 al 14 son un magnífico rosario
cuya síntesis serían esas dos palabras:
misericordia y ternura.
Le han puesto fama de que no hace otra cosa
que levantar el índice y acusar,
y de que guarda las cuentas pendientes
hasta la cuarta generación, pero no es así.
El pueblo sabe que:
"si nos tratara según
lo que merecemos nadie podría resistir
y para estos momentos
todos estaríamos en el polvo"

Mucho más.
Si nuestros desvíos,
amontonados unos sobre otros,
alcanzaran la cumbre de la montaña,
su ternura alcanzaría la altura de las estrellas.
Más profundo que las entrañas del mar
es el misterio de su amor.
¿Quién midió la inmensidad
de los espacios o tocó con sus manos
las cumbres de las nieves eternas?
Pues bien, aunque nuestras culpas
tocaran el techo del mundo,
lo largo y lo ancho y lo alto y lo profundo
de su misericordia  alcanza y sobrepasa las
fronteras del universo.
Y en los versículos siguientes, 14 y 15,
la misericordia y la ternura
se dan la mano explícitamente.

"Como un Padre siente ternura
por sus hijos siente el Señor
ternura por sus fieles
porque Él conoce nuestra masa,
se acuerda de que somos de barro".

Aquí entran en la danza, sincronizadamente,
la comprensión, el perdón,
la misericordia y la ternura.
Entre las páginas del Antiguo Testamento
es la aproximación más entrañable
y sorprendente al corazón de Jesucristo,
amigo de publicanos y pecadores.
El hombre ¿es digno de compasión?
No, de comprensión.
El problema no es tanto el perdonar
sino el comprender.
Y allí donde hay comprensión
no hay necesidad de perdón.
Y comprender equivale a mirar al otro
desde él mismo, desde dentro de él.
Y esta comprensión deriva en compasión,
capacidad de sufrir con el otro,
y la compasión acaba finalmente
en la ternura.
Esa es la cadena que vislumbramos
en los versículos 13 y 14.  

Dios conoce la materia prima del hombre
porque entre sus dedos lo modeló
con un poquito de barro.
El Creador sabe que el hombre es,
 simplemente, eso, barro:
desea mucho y puede poco,
la razón le dice una cosa y la emoción otra,
lucha por agradar, por vivir en armonía, por ser humilde,
y no puede;
su mente es una prisión en la que se siente encerrado
y de la que no puede salir;
desconocido para sí mismo, nacido para morir,
haciendo lo que no quiere,
sin saber qué hacer consigo mismo…
¿Cómo no sentir piedad por un ser tan desdichado?
Conociéndolo por dentro como Dios lo conoce,
¿cómo no se le derretirán las entrañas
ante este misterio de barro?
La comprensión, la compasión y la ternura,
en una palabra, la misericordia,
son los sentimientos naturales
que inevitablemente surgen en el corazón del Padre
cuando Él se asoma al barro humano.
"Como un padre siente cariño por sus hijos,
siente el Señor cariño por sus fieles;
porque él conoce nuestra masa,
se acuerda de que somos de barro." 
Así pues, en los versículos 13 y 14,
palpita una gran sabiduría evangélica en que,
ante la contemplación de la miseria humana,
no surge en el corazón del Padre indignación o cólera
sino ternura,
porque en fin de cuentas en el fondo de la ternura
está la fragilidad.
Cualquier género de debilidad: infancia, enfermedad, invalidez, propician el sentimiento de ternura.
Ante la miseria moral y la  fragilidad Dios,
en lugar de sentir rencor o cólera,
siente, pues, piedad, compasión.
Esta idea está implícitamente encerrada
en los versículos 13 y 14,
y no podría ser de  otra manera
porque nos conoce mejor que nosotros mismos
y por eso nos comprende y perdona
más fácilmente que nosotros a nosotros mismos.
Estamos en el corazón del  Evangelio.
En los versículos 15 al 18 mantiene el salmista
el mismo motivo central
y viene a decir que la caducidad
y la fugacidad humanas
invocan por contraste
y provocan la misericordia eterna.
"El hombre no vale nada,
sombra de una sombra,
sueño de un sueño,
estatua de humo,
lo roza el viento y se desvanece"
"Pero la misericordia del Señor
con sus fieles dura siempre."
Pero por encima de estas cenizas y huesos calcinados
brillará la misericordia eterna como las estrellas eternas
y ceñirá con un abrazo esa estatua de sombra
que es el hombre para darle vida,
llenar de risa su rostro y una corriente vital
correrá de hijos a nietos, por siempre,
hasta que las estrellas se apaguen.
En los versículos 19 al 21,
para celebrar tanto prodigio de misericordia
y tanta buena noticia,
el salmista hecha mano
hasta de los elementos cósmicos.
¡Hurra!, pues, para nuestro Dios compasivo,
¡organicemos una orquesta sinfónica y cósmica
con todas las voces de la creación!
"Vengan los ejércitos de arriba
y los servidores de abajo"
"aproxímense los poderosos ejecutores de sus órdenes,
los ángeles"
Prestemos la voz a los minerales y manantiales,
a las cumbres nevadas y a las estrellas apagadas,
para gritar, brazos en alto, todos a una,
¡aleluya al que era, es y será!
Honor, esplendor y alabanza para Aquel que cabalga eternamente sobre la nube blanca de la misericordia.
¡Gloria en lo más alto de los cielos!
Y para terminar el salmista acalla todas las voces,
apaga la orquesta sinfónica y cósmica,
desciende en silencio
hasta la última soledad de sí mismo,
hasta el nivel más profundo de su intimidad,
y con una concentración total emite ésta orden:
"¡Bendice, alma mía, al Señor!"
 
 
 

  P.Ignacio Larrañaga 

 

 

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2 respuestas a Salmo 103 – Himno al Dios creador

  1. Yesid dijo:

    HOY DOY GRACIAS AL SEÑOR MISERICORDIOSO POR ESTE REGALO MARAVILLOSO QUE HE PODIDO ENCONTRAR EN ESTE MEDIO DE COMUNICACIÒN. GRACIAS… PADRE POR TAN MAGNIFICO ESCRITO ES UNA BELLA REFLEXION  EN CUALQUIER MOMENTO DE NUESTRAS VIDAS.  LO  NECESITABA. UN ABRAZO POR SIEMPRE SOFIA

  2. JOSÉ ENRIQUE dijo:

    GRACIAS A DIOS QUE LA LUZ Y ESPERANZA BROTAN COMO UN MANANTIAL, ALEJANDONOS DE TODA MALDAD Y DE LA PERVERSIDAD, OARÉ DIARIAMENTE PARA CONTINUARA LUCHANDO CONTRA EL MAL QUE AQUEJA MI VIDA Y PRETENDE DAÑAR A MI FAMILIA, YO EN DIOS CONFIO, PORQUE EL ES MI REFUGIO Y FORTALEZA, ÉL ES MI GUIA, ÉL ES MI GUARADIAN, EL ES FUERZA Y PODER CONTRA TODO MAL, EN EL CONFIO, PORQUE ÉL TAMBIEN EN MI CONFIA.

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