¿Cómo vivificar el corazón, precisamente con la ayuda de los salmos?

 

 

 ¿Cómo vivificar el corazón,

precisamente con la ayuda de los salmos?

 

Aquí propongo dos medios.

a) Estudio y selección personal

Cuando digo estudio no me refiero necesariamente a un abordaje intelectual y técnico de los salmos. Sería excelente, sin duda, que se hiciera un aprendizaje ordenado y exegético, pero no siempre es posible. Nos referimos, pues, a otra cosa.

Siendo el individuo un misterio único e irrepetible, su manera de experimentarse y experimentar las cosas es también única e irrepetible. Cincuenta personas oyen una misma sinfonía, y cada una ha vivido distintas impresiones; unas quedan extasiadas; a otras, simplemente les gustó; a otras, las dejó frías. Cinco especialistas en el arte pictórico van a una pinacoteca; y después de recorrer las galerías, es increíble la divergencia de gustos y criterios entre ellos, a la hora de evaluar. Se podrían multiplicar los ejemplos. Esta consideración de la singularidad es aplicable a la universalidad de la experiencia humana.

Hay salmos que no nos dicen nada. Otros nos escandalizan. En un mismo salmo encontramos fragmentos inspiradísimos, y otros en que se lanzan anatemas y se reclaman venganzas. Un mismo salmo a uno «le dice» mucho, y a otro no le «dice» nada. Tomamos otro salmo, y a aquél le evoca un mundo de resonancias, mientras que a éste le deja frío.

En un día de retiro, supongamos, o en cualquier momento fuerte, en tanto sea bastante prolongado, se toma un salmo determinado; se trata de vivirlo, vale decir, de hacer reposadamente una verdadera oración, utilizando las palabras del salmo como vehículo y apoyo. Puede suceder que unos versículos, o el salmo entero, despierten profundas resonancias en el alma. En este caso, se subrayan esas palabras, o se anotan en un cuaderno personal, colocando al margen una palabra que sintetice lo que el salmo evoca: adoración, confianza, liberación, alabanza… Puede suceder, y sucede con frecuencia, que un mismo salmo o una estrofa, un día no nos «diga» nada, y otro día nos evoque resonancias inesperadas. Una misma persona puede experimentar una misma cosa de diferente manera en diferentes momentos.

De semejante manera, en otra oportunidad se hace otro «estudio» con otro salmo. Y así, al cabo de unos años, se puede llegar a tener un conocimiento personal de los salmos, de tal manera que cada cual sepa dónde encontrar el alimento adecuado, según sus estados de ánimo y las necesidades espirituales diarias.

b) Vivificar

En un momento fuerte se toma un salmo, previamente conocido mediante el «estudio» personal, según las necesidades espirituales del momento.

Se comienza leyéndolo despacio. Hay que comenzar, en primer lugar, por tratar de entender el significado, alcance y aplicación de las palabras leídas. Después, hay que dar paso al corazón: se trata de «decir» con toda el alma las expresiones más evocadoras, asumiendo vitalmente lo que pronuncian los labios, identificando la atención con el contenido de las frases.

Mientras se repiten lentamente las palabras más expresivas, el alma se deja contagiar por aquella vivencia profunda que sentían los salmistas y los profetas; tratar de experimentar lo que ellos experimentarían con esas mismas palabras; dejarse arrebatar por la presencia viva de Dios, dejarse envolver por los sentimientos de asombro, contrición, interioridad, adoración y otros de que están impregnados esos versículos.

Si, en un momento dado, y con un determinado versículo, se llega a percibir una especial visitación divina hay que detenerse ahí mismo, repetir incansable mente el versículo, sin preocuparse de seguir adelante.

Con este método se consiguen los siguientes resultados:

— Se avanza en la oración y se crece en la amistad divina.

— Se vivifica la palabra de Dios.

— Se vivifica la liturgia de las horas.

No cabe duda de que esos salmos se han saboreado, que han servido de vehículo para llegar y estar con Dios, y cuyas riquezas escondidas han sido «descubiertas», esos salmos, digo, sonarán de otra manera en el oficio divino, se convertirán en alimento y vida, y, en general, la oración litúrgica se hará viva y fecundante.

 

  Del libro "Salmos para la vida"

P. Ignacio Larrañaga

 

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2 respuestas a ¿Cómo vivificar el corazón, precisamente con la ayuda de los salmos?

  1. P dijo:

    Los Salmos son composiciones llenas de sabiduría, esa sabiduría que solo Dios puede dar a los que invocan su nombre.Un abrazo. Pablo.

  2. Francisco dijo:

    Gracias Mercedes, por recordarnos esto.
     
    Paz y Bien

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